Trabajadores del Hospital de Valme se sienten «vendidos» con el parking

12/07/15



Trabajadores del Hospital de Valme se sienten «vendidos» con el parking

No son solo las violaciones: amenazas de los gorrillas, coches rayados por no pagar, barrizales...



La vigilancia que ayer saltaba a la vista en el parking del Hospital de Valme es un mirlo blanco y para conseguirlo han hecho falta dos violaciones en el plazo de ocho días. Según fuentes del personal sanitario consultadas ayer por este periódico, por norma general dicen sentirse «vendidos» y «abandonados a su suerte» en los inmensos, deteriorados y hasta agrestes terrenos que sirven de aparcamiento para las miles y miles de personas que acuden allí cada día con sus vehículos (no hay muchas más formas de hacerlo) para trabajar, para acudir a las consultas, para estudiar (hay aulas universitarias) o para visitar a los ingresados.

Cualquiera que haya tenido que pasar por cualquiera de esas cuatro situaciones sabrá de sobras a qué se refiere el párrafo anterior. Ellos, los trabajadores consultados ayer, lo expresaban con una preocupación cercana a la angustia. Las últimas violaciones conocidas en esas explanadas son la expresión más salvaje y brutal de la inseguridad que dicen padecer tanto cuando dejan el coche aparcado (si tienen suerte de encontrar sitio) como cuando salen para volver a casa. Inseguridad que no afectaría solo a los aparcamientos, sino a las mismísimas entrañas del hospital: «El ascensor que lleva a los vestuarios femeninos, donde se cambian médicos, auxiliares, enfermeras y todo el personal, no tiene llave de acceso y cualquiera puede bajar hasta allí», comentaron las citadas fuentes. «Este ascensor está en lo que llamamos el Edificio de la Mujer, porque está Ginecología y también Oncología y Hematología. Gente que se monta contigo en el ascensor y que baja contigo. El otro día les dije a unos hombres que iban a otra planta que allí no se montaran porque iba al sótano, y ellos dijeron que no les importaba, que se quedaban dentro, que ya subiría el ascensor».

Claro que, para cambiarse de ropa, primero tienen que aparcar el coche, con lo que se vuelve a los aparcamientos, que son básicamente tres: los de delante del hospital (que tienen un techado de chapa tipo hipermercado, y «donde violaron a la primera»), el descampado lateral y una zona trasera que está apartada a la que denominan el hoyo y que fue «donde violaron a la última, y que ahora está cerrado». En cualquiera de esos sitios, estacionar es un numerito. «Ayer se me encaró uno porque no le di dinero. Me dijo que él lo necesitaba para el pan de sus hijos, y yo le respondí que por lo mismo iba yo a trabajar. Y no vea cómo se puso. Agresivo al máximo. Me dio auténtico miedo. Y eso es así a diario. Te arañan el coche, te amenazan, aparecen los coches con las ruedas quitadas... Algunos trabajadores sospechan que allí pueda haber algo más, algo de trapicheo o así. Además, con esos bloques de plástico rojo que se usan para delimitar caminos en las obras, los gorrillas reservan sitios a ciertos doctores que les pagan más».

«Inseguridad total», dicen, y remiten a noviembre de 2013, cuando un gorrilla agredió a dos vigilantes del centro sanitario con un cuchillo jamonero. Los citados alegan, sobre todo, desinformación. Dicen que se han enterado de las violaciones porque las agredidas fueron a que las examinaran al propio hospital, y critican que los responsables del lugar, «tanto que reúnen a los trabajadores para cualquier tontería en el salón de actos», no hayan hecho lo propio «tan pronto como tuvieron constancia de las agresiones, estando en juego tanto la seguridad del personal como la de los miles de usuarios que acuden cada día».


[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]