ABRIMOS NUEVO CONCURSO AL MEJOR POST DE SEGURIDAD PRIVADA

socio777 escribió:Hola buenos dias, concurso con una historia casi real pero no real del todo, se han modificado nombres

Espero os conmueva vuestros corazones

En un rincón poco conocido de la gran ciudad, el imponente edificio que albergaba la empresa de seguridad "Guardianes del Alba" brillaba bajo el sol del mediodía. Filomena, una vigilante cuya reputación de seriedad y eficiencia la precedía, había estado trabajando allí desde hace años. Era la única mujer en un equipo de hombres, y esto, aunque nunca lo mencionaba, le había costado más de un desafío.

Cuando la promovieron a jefa de equipo, Filomena aceptó con una mezcla de orgullo y preocupación. Sabía que no todos sus compañeros veían con buenos ojos que una mujer les dirigiera. Sin embargo, su profesionalismo no permitía que esas trivialidades la afectaran; ella estaba allí para hacer su trabajo, y lo haría con la excelencia que la caracterizaba.

Sin embargo, no tardaron en aparecer las dificultades. Algunos de sus compañeros, movidos por la envidia y el resentimiento, comenzaron a dejar sus turnos sin cubrir, poniéndola en situaciones complicadas. Filomena, con su dedicación habitual, cubría esos huecos sin quejarse, pero el estrés y la soledad de lidiar con la hostilidad de quienes debían ser su equipo la desgastaban día tras día.

La enfermedad llegó sin avisar. Una tarde, simplemente no pudo levantarse de la cama. La fiebre y el cansancio se apoderaron de ella, y lo que empezó como unos días de descanso se convirtió en semanas. Durante ese tiempo, ni un solo compañero ni representante de la empresa se acercó para visitarla o siquiera enviarle un mensaje de ánimo. Filomena murió sola, con la única compañía de las sombras de una habitación silenciosa y fría.

Los rumores y las habladurías no se detuvieron con su muerte. Algunos compañeros seguían mencionándola con desdén, como si ni siquiera en la muerte pudiera encontrar paz. Pero el destino, a veces, tiene maneras misteriosas de impartir justicia.

Un día, llegó una nueva vigilante al equipo. Su parecido con Filomena era asombroso; tanto, que durante los primeros días, algunos compañeros se mostraron visiblemente nerviosos y confundidos. No era Filomena, claro, pero la similitud era tal que parecía un eco de la mujer que tanto habían menospreciado.

La nueva vigilante no era otra que la hija mayor de Filomena, quien había crecido escuchando las historias de su madre y los desafíos que había enfrentado. Casada con el hijo del dueño de la empresa, estaba allí no solo para ocupar el lugar que su madre había dejado, sino también para ajustar cuentas.

Con el apoyo de su esposo, organizó una restructuración completa del equipo. Los antiguos compañeros de Filomena, aquellos que no habían mostrado ni un ápice de humanidad o respeto, fueron despedidos con indemnizaciones que, aunque generosas, no compensaban la pérdida de su carrera en "Guardianes del Alba". La empresa tomó una nueva dirección, enfocándose en contratar a personas que, ante todo, mostraran integridad y respeto por sus colegas.

La historia de Filomena, aunque marcada por la tragedia, se transformó en un legado de cambio y respeto dentro de la empresa. Nunca más "Guardianes del Alba" volvería a ser un lugar donde se tolerara la falta de humanidad.

Una historia muy emotiva, muy bien.

En la estación de tren de Badajoz, la vida de los vigilantes de seguridad nunca fue fácil, pero en los últimos meses se había vuelto especialmente dura. Como parte del equipo de seguridad contratado para proteger las instalaciones de Renfe, me enfrentaba diariamente a un grupo de grafiteros muy agresivos. Eran más de veinte, siempre listos para desafiar nuestra autoridad y poner en riesgo no solo el patrimonio ferroviario sino también nuestra integridad física.

Cada jornada de trabajo se convertía en un desafío. Los grafiteros no solo se dedicaban a pintar vagones, sino que también nos amenazaban y agredían. El uso de sprays no era solo para pintar; en ocasiones, lo dirigían hacia nosotros, intentando cegarnos mientras nos lanzaban piedras y otros objetos. Con solo seis vigilantes para cubrir un área tan grande, y el peligro constante de estar cerca de las vías con tráfico ferroviario activo, la situación se volvía insostenible.

Un día, mientras corríamos tras un grupo de estos vándalos, uno de ellos me golpeó en la cabeza con algo duro. Sentí un dolor intenso y luego el calor de la sangre que empezaba a fluir por mi cara. Esa noche, en urgencias mientras me cosían la herida, tomé una decisión. Esto tenía que acabar. Al día siguiente, con la renuncia escrita, me dirigí a la oficina del jefe de delegación de la empresa de seguridad.

Cuando puse mi renuncia sobre su mesa, él se negó a aceptarla. "¿Qué podemos hacer para que no te vayas?", me preguntó con preocupación. Expresé lo que para mí era fundamental: "Debemos dotar de más y mejores elementos defensivos a los compañeros". La empresa respondió proporcionando sprays de gel, chalecos anti-corte y anti-trauma, y cascos resistentes, hechos de plástico endurecido con refuerzos metálicos. Aunque fue un paso en la dirección correcta, sabíamos que no era suficiente.

La persistencia del problema llevó a la empresa a comunicarse con Renfe, explicando la gravedad de la situación. Renfe, reconociendo finalmente que los costos de limpiar los grafitis y los riesgos para la seguridad eran demasiado altos, accedió a contratar seis vigilantes adicionales. Con un equipo más numeroso y mejor equipado, implementamos una estrategia de prevención constante que resultó ser efectiva.

Con el tiempo, la incidencia de grafitis y agresiones disminuyó significativamente. Mi dedicación y la mejora en la seguridad no pasaron desapercibidas. Fui ascendido a inspector, un rol en el que ya no necesito llevar uniforme, pero que me otorga la responsabilidad de asegurar que los vigilantes estén bien protegidos y valorados.

Ahora, desde una posición de liderazgo, mi enfoque está en proteger a quienes protegen. He aprendido que tratar bien a los vigilantes no solo mejora la imagen de la empresa, sino que también conduce a resultados extraordinarios en seguridad y satisfacción laboral. La protección y el respeto son claves para transformar desafíos en oportunidades, tanto para los trabajadores como para la empresa que representan.

socio777 escribió:En la estación de tren de Badajoz, la vida de los vigilantes de seguridad nunca fue fácil, pero en los últimos meses se había vuelto especialmente dura. Como parte del equipo de seguridad contratado para proteger las instalaciones de Renfe, me enfrentaba diariamente a un grupo de grafiteros muy agresivos. Eran más de veinte, siempre listos para desafiar nuestra autoridad y poner en riesgo no solo el patrimonio ferroviario sino también nuestra integridad física.

Cada jornada de trabajo se convertía en un desafío. Los grafiteros no solo se dedicaban a pintar vagones, sino que también nos amenazaban y agredían. El uso de sprays no era solo para pintar; en ocasiones, lo dirigían hacia nosotros, intentando cegarnos mientras nos lanzaban piedras y otros objetos. Con solo seis vigilantes para cubrir un área tan grande, y el peligro constante de estar cerca de las vías con tráfico ferroviario activo, la situación se volvía insostenible.

Un día, mientras corríamos tras un grupo de estos vándalos, uno de ellos me golpeó en la cabeza con algo duro. Sentí un dolor intenso y luego el calor de la sangre que empezaba a fluir por mi cara. Esa noche, en urgencias mientras me cosían la herida, tomé una decisión. Esto tenía que acabar. Al día siguiente, con la renuncia escrita, me dirigí a la oficina del jefe de delegación de la empresa de seguridad.

Cuando puse mi renuncia sobre su mesa, él se negó a aceptarla. "¿Qué podemos hacer para que no te vayas?", me preguntó con preocupación. Expresé lo que para mí era fundamental: "Debemos dotar de más y mejores elementos defensivos a los compañeros". La empresa respondió proporcionando sprays de gel, chalecos anti-corte y anti-trauma, y cascos resistentes, hechos de plástico endurecido con refuerzos metálicos. Aunque fue un paso en la dirección correcta, sabíamos que no era suficiente.

La persistencia del problema llevó a la empresa a comunicarse con Renfe, explicando la gravedad de la situación. Renfe, reconociendo finalmente que los costos de limpiar los grafitis y los riesgos para la seguridad eran demasiado altos, accedió a contratar seis vigilantes adicionales. Con un equipo más numeroso y mejor equipado, implementamos una estrategia de prevención constante que resultó ser efectiva.

Con el tiempo, la incidencia de grafitis y agresiones disminuyó significativamente. Mi dedicación y la mejora en la seguridad no pasaron desapercibidas. Fui ascendido a inspector, un rol en el que ya no necesito llevar uniforme, pero que me otorga la responsabilidad de asegurar que los vigilantes estén bien protegidos y valorados.

Ahora, desde una posición de liderazgo, mi enfoque está en proteger a quienes protegen. He aprendido que tratar bien a los vigilantes no solo mejora la imagen de la empresa, sino que también conduce a resultados extraordinarios en seguridad y satisfacción laboral. La protección y el respeto son claves para transformar desafíos en oportunidades, tanto para los trabajadores como para la empresa que representan.

Desde luego, un buen liderazgo siempre trae mayores beneficios que un mandachurras. Como Director me parece interesante conocer la estrategia que implementasteis.

Un saludo y la enhorabuena

LA PRL EN LA SEGURIDAD PRIVADA

Todas las profesiones habidas y por haber entrañan riesgos. Algunos clasificados como riesgos generales o comunes a todos los oficios y otros como riesgos específicos. Nuestra profesión no es una excepción, y desde luego, entraña riesgos específicos que poco tienen que ver con el del resto de oficios.
Esto puede parecer algo obvio, teniendo en cuenta la naturaleza del empleo, pero decidme cuantos oficios de carácter privado conocéis en que el puesto de trabajo incluya como cláusula no escrita que te expones a todo tipo de tribalidades, desde insultos y desprecios hasta a que algún descerebrado acabe con tu vida. Ni en un psiquiátrico.

Esto es algo que el Vigilante de Seguridad acaba, de una forma u otra, interiorizando y normalizando con su día a día, desde que se inicia en el oficio y con el paso de los años, es una condición que integra en su rutina, la posibilidad de sufrir un ataque que, muchas veces, puede ser fatal.

Al ser trabajadores del sector privado, nuestra profesión está amparada bajo el manto protector de la legislación social y esto nos confiere ciertos derechos y garantías de las qué en la seguridad pública, por ejemplo, carecen.
Un electricista, un operario de obra o un técnico de rayos X cuenta con una serie de protecciones que minimizan los riesgos a los que su puesto de trabajo les expone y éstos vienen regulados cuidadosamente en las Normas Técnicas de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales;  y lo lógico es pensar qué, el personal operativo de seguridad privada cuenta también con sus propios medios de protección. Pues la realidad es que no

Si revisamos el apartado Ambito de aplicación de la ley de Prevención de Riesgos Laborales, podremos leer con asombro que la seguridad queda excluida de ella. Y cito:

Art.3.2 La presente Ley no será de aplicación en aquellas actividades cuyas particularidades lo impidan en el ámbito de las funciones públicas de:

Policía, seguridad y resguardo aduanero.
Servicios operativos de protección civil y peritaje forense en los casos de grave riesgo, catástrofe y calamidad pública.
Fuerzas Armadas y actividades militares de la Guardia Civil.

Si bien es cierto que el mismo apartado continúa diciendo que la citada ley deberá inspirar la normativa específica que regule la seguridad y salud en el trabajo de dichas actividades, la realidad es que a día de hoy y tras 30 años, no existe tal normativa específica.

Esto explica porqué los chalecos anti corte o anti bala, los guantes anti cuchillo u otros medios de protección no están considerados EPIs, por tanto, las empresas quedan excluidas de la obligación de facilitarlos, aún y cuando la integridad de los profesionales de la seguridad corra grave peligro.

Esto pone en clara evidencia la necesidad de desarrollar una normativa específica que incluya todos esos medios entre los equipos de protección individuales y obligue a los empresarios a ponerlos a disposición de sus trabajadores. Pues al fin y al cabo, es una cuestión de sentido común.

INTERVENCIONES CON MENORES

Según las "Pautas de actuación a vigilantes de seguridad en relación a menores de edad " que los Mossos d'Esquadra publicaron en su sitio web el 2 de mayo de 2022, las actuaciones practicadas a menores de entre 14 y 18 años deberán llevarse a cabo siguiendo la misma metodología que con las practicadas con un mayor de edad penal; pero poniendo especial atención a ciertas circunstancias, como velar siempre por el interés superior del menor; realizar los registros corporales en lugares reservados, o que las actuaciones deberán durar el menor tiempo indispensable. Todo ello en aplicación de la ley de Seguridad Privada en consonancia, como siempre, con la ley de protección de la seguridad ciudadana. Sin embargo, quienes han tenido la ocasión de intervenir a menores en lugares públicos saben que en muchas ocasiones no se pueden aplicar todas las circunstancias descritas en esas pautas.

Cuando un menor es intervenido por personal de seguridad privada, prácticamente en la mayoría de las intervenciones se muestra reticente a ello; tanto a ser registrado como a ser conducido a una zona discreta. Ésto complica la posición del agente/operador, qué en éste caso, tiene dos opciones; o conducir al menor a un espacio reservado por la fuerza o realizar las indagaciones necesarias en el mismo lugar donde se le intercepta. La ley dice que se le debe conducir a un espacio reservado al objeto de preservar sus derechos fundamentales, pero la experiencia demuestra qué en muchas ocasiones el menor se siente más cómodo y seguro siendo intervenido in situ. Si pretendemos velar por el interés superior del menor, no podemos mostrar una actitud belicosa mientras el menor se muestre tranquilo y colaborativo con nostros.

Puede que desde la perspectiva policial frente a la Seguridad Privada en éste ámbito deba ser ésta, pero, si el cumplimiento de la ley de Seguridad Privada debe aplicarse en consonancia con la ley de protección y seguridad ciudadana, entonces debemos remitirnos a las disposiciones que afectan a la misma en intervenciones con menores de edad. En éste caso me remito a los articulos 4.1, 4.1.1 y 4.1.3 de la Instrucción N° 11/2007, de 12 de Septiembre, de la Secretaría de Estado de Seguridad, por la que se aprueba el “Protocolo de actuación policial con menores" y que establece los supuestos de detención en menores de entre 14 y 18 años. Concretamente el 4.1.1 dispone que los menores responsables de la comisión de hechos delictivos, podrán ser detenidos de oficio en los mismos casos y circunstancias que los previstos en las leyes para los mayores de edad penal, siempre que no resulten eficaces otras posibles soluciones y sea necesario para la protección del propio menor; con ello se pretende proteger el interés superior. Y el 4.1.3 dispone que la detención deberá determinarse por la gravedad del hecho ilícito, la alarma social generada o la habitualidad o reincidencia; entre otros. En casos distintos a éstos los menores serán puestos a disposición de los tutores legales.

Claro, entendiendo que todo ello se tenga en cuenta persiguiendo siempre el objetivo único de prevenir la comisión de actos delictivos primero, y de proteger el interés superior del menor después. Si un vigilante de seguridad sorprende a un menor que ha hurtado un paquete de chicles ¿puede buscar una alternativa a la detención como solución? A mi entender sí, incluso sin la necesidad de custodiar al menor en una sala reservada o incluso de dar aviso a la policía; y sin perjuicio, claro está, de dejar la intervención debidamente registrada en el parte de servicio diario.

En definitiva, y en mi más humilde opinión, las intervenciones con menores son complejas y de una delicadeza absoluta que generan una profunda incomodidad a los profesionales de la seguridad y para lo qué, a diferencia de la seguridad pública, no existe a día de hoy formación en el ámbito de la seguridad privada.

Por si alguien tuviese interés en conocer más sobre ésta materia puede consultar los siguientes textos:

- Instrucción N° 11/2007, de 12 de Septiembre, de la Secretaría de Estado de Seguridad, por la que se aprueba el “Protocolo de actuación policial con menores".

-Instrucción 7/2015, de la Secretaría de Estado de la Seguridad, relativa a la práctica de la diligencia de identificacion, los registros corporales externos y actuaciones con menores, previstos en la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de Marzo, de protección de la seguridad ciudadana.

-Ley Orgánica 4/2015, de 30 de Marzo, de protección de la seguridad ciudadana

Está muy bien todo eso del "interés superior del menor". Supongo. Pero, y la víctima? Qué no importa su interés? Qué es inferior el interés de la víctima al del menor? Qué no se supone que no debe haber discriminación por edad? Un delincuente es un delincuente y debería primar siempre la víctima sobre el delincuente. Tanto buenismo nos está pasando factura.

VayaJaleo94 escribió:Está muy bien todo eso del "interés superior del menor". Supongo. Pero, y la víctima? Qué no importa su interés? Qué es inferior el interés de la víctima al del menor? Qué no se supone que no debe haber discriminación por edad? Un delincuente es un delincuente y debería primar siempre la víctima sobre el delincuente. Tanto buenismo nos está pasando factura.

Pues estamos de acuerdo en qué la ley del menor en España necesita un "ligero endurecimiento" y menos tontadas. Además que yo rebajaría la edad de responsabilidad penal de 14 a 12 años, porque con 11 ya se les pilla hurtando. Pero en fin, la ley no la escribo yo y entiendo que en una intervención con menores mal efectuada donde luego un juez interprete que no se ha velado por ese interés superior del menor, al vigilante se le puede complicar muy mucho la historia.

Al final esto es lo que tenemos, y debemos adaptarnos a ello y trabajar lo mejor que podamos con las herramientas legales de las que dispongamos, respetando en lo posible la ley.

Alpha_Survivor escribió:

VayaJaleo94 escribió:Está muy bien todo eso del "interés superior del menor". Supongo. Pero, y la víctima? Qué no importa su interés? Qué es inferior el interés de la víctima al del menor? Qué no se supone que no debe haber discriminación por edad? Un delincuente es un delincuente y debería primar siempre la víctima sobre el delincuente. Tanto buenismo nos está pasando factura.

Pues estamos de acuerdo en qué la ley del menor en España necesita un "ligero endurecimiento" y menos tontadas. Además que yo rebajaría la edad de responsabilidad penal de 14 a 12 años, porque con 11 ya se les pilla hurtando. Pero en fin, la ley no la escribo yo y entiendo que en una intervención con menores mal efectuada donde luego un juez interprete que no se ha velado por ese interés superior del menor, al vigilante se le puede complicar muy mucho la historia.  

Al final esto es lo que tenemos, y debemos adaptarnos a ello y trabajar lo mejor que podamos con las herramientas legales de las que dispongamos, respetando en lo posible la ley.

Al final es lo que digo: nada como hacer los turnos sin humanos